sábado, 22 de octubre de 2016

Peña Trevinca (2.127 m , Zamora y Ourense) Faro ( 1.181 m, Pontevedra) Pilar ( 803 m, A Coruña) El Mustallar (1.935, Lugo)

Peña Trevinca (2.127 m , Zamora y Ourense)
21 de septiembre: Tierra de lagos
Pusimos rumbo a Puebla de Sanabria y desde allí seguimos las indicaciones al Lago de Sanabria y San Martín de Castañeda. Una vez atravesado este pueblo continuamos 10 km por una carretera que te lleva hasta el aparcamiento de la Laguna de los Peces, desde donde parte el camino.


Merece la pena recorrer despacio esta carretera y disfrutar de las vistas del Lago de Sanabria. Esta espectacular lámina de agua se salvó, gracias a las movilizaciones ciudadanas, de que la empresa "Eléctricas Leonesas S.A." la convirtiera en presa durante los años 50 . En 1953 se consiguió proteger el lago bajo la figura de "paisaje pintoresco" y posteriormente, en 1978, se le declaró Parque Natural junto con los parajes de alrededor.


La abundancia de lagos y lagunas y la geomorfología del paisaje nos hablan del pasado glaciar de estas Sierras. Diseminadas por aquí y por allá hay más de veinte lagunas de aguas transparentes que forman, después del Pirineo, el conjunto lagunar más importante de la Península Ibérica.



Desde la Laguna de los Peces seguimos un antiguo camino carretero marcado con pequeñas balizas de madera que nos llevarán hasta el valle del río Tera, a la altura del embalse de Vega de Conde. El recorrido no tiene grandes desniveles, salvo al final cuando llegamos a la base de la montaña, pero es largo, unos 24 km.



Muchas de estas lagunas se embalsaron y algunas guardan historias trágicas, como el embalse de Vega de Tera, situado un poco más abajo que el Vega de Conde. Cuentan que en la fatídica noche del 9 de enero de 1959, se rompió su presa y ocho millones de metros cúbicos de agua borraron del mapa el pueblo de Ribadelago, llevándose consigo, en quince minutos, la vida 144 personas.


Por este Valle de Tera bajaba la principal lengua glaciar y ahora lo recorre este río, el Tera o Teira nombrado en documentos antiguos. Nace cerca de Peña Trevinca y recorre, en sus 153 km, sólo tierras zamoranas, hasta juntarse con el Elsa. A vista de pájaro lo veremos cortado por sus innumerables presas para la generación de energía eléctrica, pero desde aquí todavía parece un río montañoso y salvaje.


Bajamos al Valle y cruzamos al otro lado del río, para remontarlo hacia nuestro objetivo: Peña Trevinca. A lo largo del camino vemos rastros de lobo, especie que seguro ha habitado por estas sierras desde antiguo, ya que la dureza del clima y la escasa productividad de la tierra ha hecho que esta comarca haya estado tradicionalmente poco poblada y los escasos habitantes se dedicaran a una ganadería extensiva.


Estos pastizales de verano todavía son apreciados por los ganaderos que quedan pero se ve que actualmente el principal recurso de la comarca es el turismo. Antiguamente, las zonas de pasto de alta montaña eran propiedad de los vecinos, que se asociaban para su uso. Rebaños de ovejas, vacas y yeguadas pasaban aquí los veranos a cargo de pastores trashumantes y vaqueros del lugar que compartían pasto con los grandes rebaños merinos de los señores de las tierras de Castilla, Salamanca o Extremadura. Estos pastores, que vivían en pequeños chozos aquí arriba, han dejado un rico legado gastronómico que hoy en día todavía podemos disfrutar en forma de quesos, embutidos, cecina..todo muy light..


Cuando llegamos a la base de Peña Trevinca iniciamos la ascensión. La dureza de la cuesta se compensa con las vistas de la Sierra de Segundera y del Valle.


Es curiosa toda esta zona del Parque Natural, ya que no son grandes alturas, si no una penillanura donde sus picos y peñas han sido lentamente redondeados por la erosión y donde se avistan zonas de turberas.
Al ir ascendiendo podremos ver gran parte del recorrido que llevamos a nuestras espaldas después de unas 4 horas caminando.


Hasta la cima se puede tardar otra hora más. Una vez arriba desplegamos nuestros números ya que estamos en zona fronteriza entre las provincias de León, Zamora y Ourense, siendo Peña Trevinca el punto más alto de estas dos  últimas.


 Para no volver por el mismo sitio, una vez que bajamos hasta el embalse Vega de Conde, decidimos cruzar por la pared de la presa y buscar un camino de vuelta. No encontramos un trazado muy claro y no es fácil caminar por estas zonas tupidas de vegetación, pero con un poco de orientación regresamos hasta el parking. En total 24 kilómetros y algo más de 9 horas.


Toda una aventura quijotesca, entre tojos y retamas, recordando al flaco hidalgo cuando pasó por estas tierras....
 Si no, dígame: ¿hay mayor contento que ver, como si dijésemos: aquí ahora se muestra delante de nosotros un gran lago de pez hirviendo a borbollones, y que andan nadando y cruzando por él muchas serpientes, culebras y lagartos, y otros muchos géneros de animales feroces y espantables, y que del medio del lago sale una voz tristísima que dice: ‘‘Tú, caballero, quienquiera que seas, que el temeroso lago estás mirando, si quieres alcanzar el bien que debajo destas negras aguas se encubre, muestra el valor de tu fuerte pecho y arrójate en mitad de su negro y encendido licor; porque si así no lo haces, no serás digno de ver las altas maravillas que en sí encierran y contienen los siete castillos de las siete fadas que debajo desta negregura yacen?’’ 





Faro ( 1.181 m, Pontevedra) y Pilar ( 803 m, A Coruña)
22 de septiembre: Por tierras galegas

Partimos hacia tierras gallegas para pasearnos por el resto de sus picos más altos, cosa que imaginábamos fácil tras la gesta del día anterior. La aproximación a la Serra Do Faro la hicimos por la carretera que une Rodeiro con Chantada. A la derecha sale una pista que sube al parque eólico, por la que circulamos algo más de 6 km, hasta el cruce con otra carretera más pequeña que también va a Rodeiro. Subiendo hacia la izquierda por esta carretera llegamos a la cruz que señala el inicio del Vía Crucis a la ermita de Nosa Señora Do faro..



Al llegar al alto, nos envolvió una espesa niebla que no te dejaba ver a más de un metro. En nuestra cabeza repiquetebaba la canción que popularizó el grupo galego  Siniestro Total:
" filloas de sangue, Galicia embutida: .¡Fai un sol de carallo!, ¡Galicia canibal!...Fai un sol de carallo!.."
Pero lo que aquí había era una niebla del carallo, carallo, así que, aún sabiendo que no estábamos a más de 500 metros del vértice geodésico...decidimos consultar el gps...¡Surrealista!




En la cima del Monte Faro está la ermita Nuestra Señora do Faro, construida en el año 1632. Se sabe, por excavaciones llevadas a cabo, que anteriormente existió un templo, quizá románico , construido sobre otro más antiguo de origen pagano. A principios del siglo XIX, el obispo de Lugo mandó demolerlo para vender las piedras de sillería y sufragar los gastos de la guerra contra los franceses. Más adelante se volvió a reconstruir y a recuperar la romería que se hacía desde tiempos inmemoriales.


Esta ermita está ubicada en un lugar conocido como el Campo da Festa, porque tradicionalmente el 8 de septiembre se realiza aquí esta romería en la que se juntan familias de las cuatro provincias galegas. Y fiesta..haberla haila, como se puede comprobar por los restos de basura que quedan por doquier...Es una pena que en estos eventos populares y ferias nadie se responsabilice de cómo queda el entorno tras la celebración.


Cuenta la tradición popular que quien se sube a los escalones de un cruceiro como en el que estoy, se salva de la maldición de la Santa Compaña....Así que, una vez a salvo de las ánimas y GPS en mano, conseguimos llegar al vértice geodésico... Dicen que cada rincón de Galicia tiene su leyenda y llegamos a pensar si este punto no sería también fruto de ellas..jajajaja...



La Serra do Faro divide las provincias de Pontevedra y Lugo. Parece ser que este monte fue desde épocas remotas un lugar de ritos paganos y se cree que habría alguna atalaya galaico-romana. Su estratégica situación lo convierte en un magnífico mirador ya que tiene buenas vistas en las cuatro direcciones, cosa que nosotros no pudimos comprobar..


Así que, como no conseguimos deleitarnos con las panorámicas desde el Monte do Faro, decidimos hacerlo con la estupenda y abundante gastronomía galega, antes de partir hacia el Monte do Pilar, en A Coruña.


El Monte do Pilar,más que monte es una ondulación sembrada de molinos de viento. Llegar hasta ella puede ser un auténtico juego de pistas, ya que las carreteras y caminos por esta zona se cruzan y forman un enrejado algo laberíntico.


Lo ideal es coger la carretera que une O Foro con As Figueiras y desviarse en el cruce a Eirexe. Seguir en esa dirección y, antes de una curva muy pronunciada a la derecha, parar en una valla roja y blanca que marca el inicio de la pista que te lleva hasta el vértice geodésico.




En un corto paseo se llega al vértice, donde hay una caseta de vigilancia, antenas y múltiples molinos de viento.





Este es el punto más bajo de todos los puntos más altos de las provincias de España.


Seguro que estos Montes do Bocelo, al que pertenece el Pilar, tendrán algún rincón bonito...pero me viene nuevamente a la memoria Don Quijote y sus molinos de viento, cuando paseo por esta  "cumbre" con el sonido de las aspas de estos gigantes bajo mi cabeza, enarbolando su armadura provocadora...



El Mustallar (1.935, Lugo)

22-23 de septiembre: hacia una Galicia más salvaje

Para subir a la montaña más alta de Lugo hay que internarse en la Comarca de los Ancares, de paisaje singular e indómita belleza, fronteriza entre Galicia y León.  Esta zona fue habitada por tribus celtas que se refugiaron en las montañas huyendo de las legiones romanas. Podemos encontrar multitud de castros salpicando su orografía y variados símbolos célticos adornando casas y pallozas. La ruta al Mustallar parte del poblado de Piornedo, perteneciente al municipio lucense de Cervantes. Merece la pena recorrerlo, ya que mantiene una cuidada reconstrucción de pallozas y hórreos, testigos mudos de una arquitectura popular que casi ha desaparecido en otras zonas del Norte de España.


En la parte alta del poblado encontramos esta ermita, conocida como la capilla de San Lourenzo,tras la cual comienza el sendero que haremos mañana. Nos vamos a dormir pensando nuevamente en Cervantes (que da nombre al conjunto de poblados que forman el municipio), ya que mantienen las gentes del lugar que, en un párrafo del capítulo 39  del Quijote, se puede concluir que Don Miguel de Cervantes Saavedra tuvo ascendientes por esta zona, en Vilarello, cerca de Piornedo:

"...en un lugar de las montañas de León tuvo principio mi linaje, con quien fue más agradecida y liberal la naturaleza de aquellos pueblos, todavía alcanzaba mi padre fama de rico, y verdaderamente lo fuera si así se diera maña a conservar su hacienda como se la daba en gastarla..."


 Nos levantamos temprano para aprovechar el día y seguimos el camino que nos lleva, entre serbales, robles, abedules y una gran variedad de vegetación, en busca del río Veiga Cimeira. Pensamos que este paisaje, dentro de unas semanas, cuando llegue el otoño, será una explosión de colores.



Descendemos hacia el río atravesando un paraje conocido como O campo, donde el arbolado deja paso a los tojos, los piornos y las praderías de montaña, de las cuales dan buena cuenta los rebaños de vacas.



Seguimos atravesando una llanura herbácea mayor que la anterior, llamada por aquí Campo Redondo En esta zona es fácil despistarse pero hay que buscar un rústico puente por el que cruzar el río.


A partir de aquí ascendemos por un camino pedregoso hasta que llegar a la Braña de Piornedo, donde existe una cabaña de pastores en ruinas. Desde aquí ya se perfila claramente el Mustallar en el horizonte


Con la vista puesta en nuestro objetivo, seguimos avanzando hacia el collado Golada do Porto. El sendero se intuye en la ladera, entre la vegetación.


Este collado se asoma al valle leonés de Burbia. Desde aquí remontamos la loma ya directos a la cima.


Arriba nos espera este duendecillo de metal para hacernos el photocall


Después de las excursiones del día anterior, aquí disfrutamos del escarpado relieve y del cresterío de montañas cubiertas de densos bosques. Tiene pinta que por esta zona los inviernos son largos, fríos y nevados. Desde 1966, esta vertiente lucense fue declarada Reserva Nacional de Caza. Seguro que el manto vegetal que lo cubre sirve de alimento y refugio a una variada fauna.


Nuestras sospechas se confirman, ya que encontramos a lo largo del camino bastantes rastros de lobo. que seguro que comparte hábitat con jabalíes, corzos, urogallos...pero ninguno se deja ver, a pesar de la soledad del entorno.


Esta comarca, tan aislada y con duras condiciones de clima, está muy poco habitada. Aquí parece difícil hacer otra agricultura que no sea la de autoconsumo, aunque hemos visto buenos rebaños de vacas autóctonas y muy rollizas (rubia gallega) que seguro que crían para carne y leche. Se ve que su apuesta va por el fomento del turismo, tal y como nos muestran este sembrado de carteles a la entrada del poblado, que rompen toda la magia de las pallozas y hórreos rehabilitados.


La ruta en total han sido unos 13 kilómetros, que nos hemos hecho en cuatro horas y media. Tras esto nos ponemos de vuelta a casa no sin antes darnos un buen refrescón en esta playa fluvial que encontramos por el camino.