Pico del Infierno o Peña Prieta del Sur (2.537 m, Palencia)
30 de agosto: A por la montaña palentina
El techo de Palencia es la cumbre sur del monte Peña Prieta, conocido también como Pico del Infierno. Para llegar a ella hay que recorrer la montaña palentina, enclavada en la cordillera cantábrica, rodeada de valles y lagos de origen glaciar.
Decidimos empezar la ruta desde el pueblo leonés de Llánaves de la Reina, cercano al Puerto de San Glorio. Este municipio, fronterizo con Cantabria, se encuentra a 1420 m sobre el nivel del mar y es de los que más nieve recibe a lo largo del año en toda la península, quedándose en muchos momentos incomunicado. Nosotros elegimos una de las últimas fechas de agosto para compartir con Miki un espléndido día de campo.
Nos dirigimos hacia el refugio Tajahierro y remontamos el Valle del Naranco siguiendo las señales del PR LE 22. Los pastizales de la vega amarillean por el calor del verano ya que, ciertamente, el sol va pegando a medida que avanza el día. Estos valles solitarios albergan todavía poblaciones de lobo que pueden campear y vivir con cierta tranquilidad por esta zona. También es un corredor biológico de excepcional importancia para los últimos osos del núcleo oriental de la cordillera cantábrica.
Subimos hacia el collado Boquerón de Bobias, con el macizo de Orpiñas cerrando el valle por el sur. Una vez arriba vemos que el PR regresa hacia la Portilla de la Reina por el Valle de Lechada así que nosotros decidimos seguir el camino hacia la izquierda.
Esta pista daba acceso a un yacimiento de talco y termina en una zona pedregosa, escombrera del yacimiento, que remontamos, llegando hasta el área conocida como Hoyo Empedrado, donde está la laguna del mismo nombre.
Intuimos que lo que vemos sobre la laguna son las agujas de Cardaño, así que no dirigimos hacia el collado y nos ponemos a ascender desde el fondo del circo glaciar hacia el cordal
Son espacios tranquilos y silenciosos, poco frecuentados y la cuesta es apta para rebecos y montañeros con bastante fuelle...
Las morrenas en las laderas nos hacen intuir el pasado glaciar del circo...y la paliza que nos vamos a pegar para subir...
Llegamos al pico Tres Provincias (2.499 m) que limita, como su nombre indica, con León, Palencia y Cantabria. Las vistas son espectaculares y desde ahí distinguimos el sendero que nos llevará primero a Peña Prieta Sur o Peña del Infierno y luego a Peña Prieta.
Dicen que los conglomerados rocosos de la cara norte del Peña Prieta, de color oscuro, son los que le dan el nombre, ya que por aquí algo prieto era algo muy oscuro, casi negro y los lugareños así llaman a esta montaña desde siempre.
Abajo podemos ver la laguna de Fuentes Carrionas, bajo el macizo de Curavacas, donde nace el río Carrión. Marcelino García Velasco, poeta palentino que creció por estas tierras, escribe así sobre el río y estos paisajes:
Por ver al Carrión nacer,
mis ojos, ¿qué no darían?
Las nieves de Curavacas,
las aulagas amarillas,
las flores pobres del monte,
sin nombre ni bienvenida;
las hierbas de las orillas
las peñas, lecho del agua,
cautivas, por verlo río
en el mar, ¿qué no darían?
La subida tardamos en hacerla unas 4,5 o 5 horas, contando con las paradas fotográficas y de descanso. Anduvimos unos 11 km.
En bajar empleamos menos tiempo, unas 3 horas. Ademas de la laguna de Fuente Carrionas, vimos varias más, testigos mudos del origen glaciar de esta serranía palentina. Esta se conoce como Pozos de los Altares.
De Llánaves de la Reina pusimos rumbo a Potes y Fuente De para dormir en el aparcamiento del teleférico. Nos planteamos reiteradamente el ascender por la Canal de la Jenduda, ya que jamás en nuestro cuaderno de bitácora montañero ha figurado una subida en teleférico. Pero convencí a mi compañero de ruta que nos vamos acercando a una edad lo bastante madurita como para cuidar nuestras rodillas, considerando que el día anterior bajamos del Peña Prieta y en un par de días estaríamos camino a Torrecerredo. Así que cogimos la primera cabina que salía hacia la plataforma de El Cable.
Este teleférico salva un desnivel de unos 800 metros y cuando llegas arriba la vista sobre el Valle de Liébana, cubierto con la niebla de las primeras horas de la mañana es impresionante.
El paisaje que vemos unos metros más allá, tras el mirador de El Cable, donde se inicia el camino, nos recuerda lo alucinantes que son los Picos de Europa. Merece la pena madrugar, ya que más tarde este tramo puede ser una auténtica romería de gente que quiere hacer la ruta de los Puertos de Áliva o ir hacia los Horcados Rojos. Nosotros tomamos esta última dirección, que es la que nos acercará al refugio Cabaña Verónica, siguiendo el sendero bajo los contrafuertes rocosos del Peña Vieja
El camino está perfectamente marcado, por lo que en verano no tiene pérdida si elijes un día sin previsión de nieblas. Pero no hay que olvidar que los Picos de Europa es el reino de la Piedra, donde en verano no es fácil encontrar sombras y mucho menos agua, así que tendremos que llevar una buena provisión de ésta. Más adelante hay que abandonar el sendero y coger a la izquierda hacia Cabaña Verónica.
Este pequeño refugio, situado a más de 2.000 metros de altura, fue inaugurado a principios de los 60. Para construirlo se utilizó la cúpula metálica de la batería antiaérea de un portaaviones americano que estaban desguazando en Sestao. Y se subió hasta aquí arriba con ayuda de las mulas
Es importante no perder de vista los hitos, ya que se camuflan en el caos de piedra y agujeros, avanzando siempre a media atura por el Jou Sengros, hacia la Collada Blanca.
Este paisaje, casi lunar, es el reino de los sarrios o rebecos. En este ecosistema, inhóspito donde los haya por su escasez de hierba y agua, no es difícil ver la silueta de uno de estos animales en las cumbres más altas. O en las laderas más empinadas, donde corretean sin ninguna complicación, desafiando las leyes de la gravedad.
Dicen que los Picos de Europa son una de las mayores formaciones calizas de la Europa Atlántica, llena de simas y riscos. La blancura de esta caliza será la que da nombre a Torre Blanca, que reluce desde lejos con sus paredes lisas y verticales. Tiene el honor de ser el techo de Cantabria desde hace poco tiempo, ya que antes este título lo ostentaba Peña Vieja.
Cuentan que entre los siglos II y I A.C. habitaban aquí los celtas y que el "Mons Vindius" era su Dios, al que veneraban y cuyo nombre significa el "Monte Blanco" haciendo alusión a todas esta altas peñas calizas blanquecinas, estas peñas que siempre han brindado protección a los astures.
El paisaje es como de cuento, con ese halo de misterio..No es de extrañar que toda esta zona tenga una rica tradición oral, cargada de historias y leyendas como ésta:
La princesa Europa, hija de Agenor, estaba jugando un día en la playa y Zeus, que la vió, se enamoró perdidamente. Para poder acercarse hasta ella se transformó en un bello toro blanco y cuando la princesa se prendó de la mirada de este toro, se montó en su lomo y se fugaron juntos. Zeus y Europa vivieron felices en Creta, pero su padre Agenor estaba furioso por la huída y decidió ir a buscarlos. Zeus y Europa volvieron a escabullirse y se escondieron en los Picos, pensando que en este lugar tan inexpugnable nunca los encontrarían. Y por eso, a partir de entonces, se llaman Picos de Europa.
Y cumplido el objetivo, abandonamos el reino de la piedra para bajar al Valle y meternos entre pecho y espalda un buen cocido lebaniego para cenar...
2 de septiembre: El reto asturiano
El viernes al mediodía nos encontramos con Fermín y Rosalía en Arenas de Cabrales y pusimos rumbo a Poncebos. Dejamos el coche aparcado en el Collau de Pandébano y comenzamos a andar por el PR que te lleva al Urriellu. Son 6,32 km, 831 m de ascenso y se tarda algo menos de 2,5 horas.
El camino está perfectamente trazado. Pasas por el refugio de la Tenerosa, donde hay una fuente en la que rellenar cantimplora, ya que los Picos de Europa es territorio calizo y con dificultad para encontrar sitios donde mane agua. Enseguida aparece el Picu Urrieullu en el horizonte. Aquí casi todo el mundo llama así a esta imponente mole vertical, pero también se le conoce como el Naranjo de Bulnes. La primera referencia escrita de este pico es de 1855, cuando se editó el mapa topográfico y geológico de Asturias y aparece con el nombre que le dió el ingeniero y geólogo alemán Shultz: Naranjo de Bulnes, seguramente por el color anaranjado de su roca. Pero los vecinos de Bulnes dicen: "No me llaméis Naranjo, pues fruto no puedo dar; llamadme Picu Urriellu que es mi nombre popular"
Llegamos hasta el refugio Vega de Urriellu, donde pasaremos la noche. Mientras esperamos la cena y terminamos de planificar el itinerario de mañana, nos entretenemos viendo a varios escaladores ascendiendo al Picu. Pedro Pidal, el marques de Villaviciosa, aficionado a perseguir rebecos por los Picos de Europa, fue el primero en hacer esta cima, junto con Gregorio Pérez, apodado "el Cainejo", un pastor y cazador de Caín. Era un 5 de agosto de 1904. A partir de ese día otros escaladores fueron abriendo vías por sus diversas caras, hasta hoy, donde este pico, que parecía imposible, se adorna con multitud de personas colgadas de su pared subiendo hacia la cima. Me cuentan que Teófila, la nieta de Cainejo, subió con sólo 15 años y sin cuerdas la cara sur del Urriellu, junto a su padre y otros dos vecinos de Bulnes. Es noticia porque justo ha muerto este verano, con 96 años. La gente de por aquí comenta que la fama se la han llevado los aristócratas y los estudiosos pero que los pastores, que también hacían de guardas y guías, desde siempre andan subiendo por estos picos calzados con sus alpargatas.
A la mañana siguiente madrugamos y, desde el refugio, tomamos rumbo al Noroeste, hacia la Brecha de los Cazadores.
Desde este collado hay una senda a la derecha que va a Cabrones y otra a la izquierda, más confusa, que es la que tenemos que tomar nosotros. Vamos avanzando gracias al track de Fermín hasta que, por fin, tenemos una visual completa del Torrecerredo.
A esta distancia parece muy vertical la zona de trepada, así que decidimos parar a picar algo y a ponernos el casco y el arnés.
A partir de ese momento vamos avanzando por el caos de piedra, trepando en algunos tramos hasta que llegamos a la canal de la última pared vertical, no apta para quien tenga vértigo, ya que es bastante aérea
Y después de mucha concentración y calma para ir avanzando por la pared, llegamos al Torre Cerreu, como lo llaman por aquí, la montaña más alta de León y de Asturias, pero también de la cordillera cantábrica
Desde que salimos de Vega Urriellu hemos tardado 3 horas y 45 minutos (contando con la parada de picoteo y cascos) en hacernos los 5,12 km que nos separaban de la cumbre. Tras las fotos de rigor, decidimos comer después de bajar la pared, ya que empezaba a subir gente y una de las cosas más peligrosas que tiene este pico es el trasiego de montañeros y la posibilidad de caída de piedras sueltas. Nuevamente, una ventaja el madrugar. Cuando el personal llegaba, nosotros ya estábamos de retirada.
Tras la paradita de comer nos ponemos de vuelta, con la satisfacción de haber llegado arriba, ya que para mi era uno de los picos que me daban más respeto. El día ha sido espléndido.Y la compañía, como siempre, un lujo.
Hasta la Vega de Urriellu tardamos 3 horas y tiramos directamente hacia Pandébano, lo que supuso 2 horas más.
Así que nos hicimos 17 km en total, ascenso 1176 m, descenso 1999 m, lo cual bien merece unas buenas jarras de cerveza!